Hola de nuevo!
Han sido bastantes años alejado de este blog pero nunca me olvidé de él y sabía que tarde o temprano volvería. Me he propuesto ir dejando aquí entradas sobre las decenas de páginas o notas que tengo guardadas que me parecen interesantes, de tal manera que así lo tengo todo reunido en un mismo lugar y además si hay alguien que lo ve y le llama la atención pues dos pájaros que matamos de un tiro.
La primera entrada o nota va sobre un personaje medieval "mitológico" del mundo musulmán llamado Nasreddin o Nasrudín. Realmente en función de qué país o zona de Oriente sea su nombre puede variar bastante (en Asia Central se le conoce como Afandi, por ejemplo) y he puesto las comillas en mitológico porque hay quien reclama que sí existió y que su tumba o restos están en tal o cual lugar pero no ha sido nada que haya podido verificarse en realidad.
Y, ¿por qué es famoso y legendario Nasreddin? Porque a través de sus historias cortas (casi 400), ingeniosas y con un toque de humor y mordacidad pretende enseñar y difundir el sufismo. Lo de el "Quijote" islámico viene de que muchas veces representa el papel de antihéroe en sus historias, como bien hizo nuestro buen Alonso Quijano. Las historias de Nasrudín son ingeniosas y sabias pero muchas veces para difundir sus enseñanzas hace el papel de tonto o despistado.
Definir el sufismo con mis propias palabras me cuesta un poco, ya que es bastante complejo. Por lo que nada mejor en estos casos que acudir a la RAE, la cual es clara y concisa:
Digo que es complejo porque cuando lees un poco ves que consiste en seguir un camino que consta de 4 fases, que a los que inician dicho camino se les llama "sedientos" en árabe y en definitiva, hay muchas connotaciones y detalles detrás y no tengo el conocimiento necesario.
Pequeños ejemplos de cuentos de Nasreddin:
El costo de aprender
Nasrudín decidió que podía beneficiarse aprendiendo algo nuevo y fue a visitar a un renombrado maestro de música:
– ¿Cuánto cobra usted para enseñarme a tocar la flauta? – preguntó Nasrudín.
– Tres piezas de plata el primer mes; después una pieza de plata por mes – contestó el maestro.
-¡Perfecto! – dijo Nasrudín; – comenzaré en el segundo mes.
La mujer perfecta
Nasrudín conversaba con un amigo.
– Entonces, ¿Nunca pensaste en casarte?
– Sí pensé -respondió Nasrudin. -En mi juventud, resolví buscar a la mujer perfecta. Crucé el desierto, llegué a Damasco, y conocí una mujer muy espiritual y linda; pero ella no sabía nada de las cosas de este mundo.
Continué viajando, y fui a Isfahan; allí encontré una mujer que conocía el reino de la materia y el del espíritu, pero no era bonita.
Entonces resolví ir hasta El Cairo, donde cené en la casa de una moza bonita, religiosa, y conocedora de la realidad material.
– ¿Y por qué no te casaste con ella?
– ¡Ah, compañero mío! Lamentablemente ella también quería un hombre perfecto.
Personalmente me gusta leer todo tipo de libros clásicos y míticos (ya que si lo son es precisamente por algo) por lo que tarde o temprano incorporaré los cuentos de Nasreddin a la colección.
Saludos!