En el corazón de la Sajonia del siglo X, en la abadía de Gandersheim, una mujer desafió las limitaciones de su tiempo con su pluma. Rosvita de Gandersheim (c. 935-c. 973), conocida como Hrotsvitha, fue una canonesa benedictina que se alzó como la primera dramaturga cristiana, la primera poeta sajona y la primera historiadora alemana. Su obra, escrita en un latín culto, es un pilar del renacimiento otoniano, un período de florecimiento cultural bajo el emperador Otón I.
De probable origen noble, Rosvita ingresó joven en Gandersheim, un centro intelectual ligado a la familia imperial. Formada en clásicos como Virgilio y Terencio, y guiada por maestras como Rikkardis, creó tres colecciones: leyendas hagiográficas, dramas y poemas históricos. Sus seis comedias, como Gallicanus y Dulcitius, reinterpretan a Terencio con un mensaje cristiano, exaltando la virtud femenina con humor y moralidad. Su pluma también dio vida a la Gesta Ottonis, una crónica épica sobre los otones, y a Primordia coenobii Gandeshemensis, la historia de su abadía.
Rosvita, que firmaba con orgullo su nombre en sus manuscritos, fue redescubierta en 1494 por el humanista Conrad Celtis, quien halló el Codex Clm 14485. Su legado inspiró el Premio Roswitha, creado en 1973 para honrar a escritoras. Como curiosidad, se cree que recitó sus obras ante la corte otoniana, un hito para una mujer medieval. Su voz, audaz y erudita, sigue resonando como un faro de creatividad femenina.