lunes, 29 de septiembre de 2025

Yukio Mishima: El genio que vivió dos vidas y murió por sus ideales

 

Hace ya unos meses descubrí un podcast fenomenal llamado "Grandes Infelices" de Javier Peña donde analizan o hablan de la vida de escritores famosos con vidas complejas y donde muchas veces no tuvieron finales agradables. Es buenísimo y MUY recomendable. En dicho podcast me llamó muchísimo la atención el capítulo dedicado a Yukio Mishima. De hecho, diría que además de llamar mi atención me dejó sensiblemente impactado. Por eso les hago una pequeña entrada sobre dicho escritor (legendario escritor japonés) y les animo a escuchar dicha entrada del podcast =)

El 25 de noviembre de 1970, el mundo fue testigo de un acto tan dramático y ritual como cualquier escena de la literatura clásica japonesa. Yukio Mishima, uno de los escritores más aclamados y prolíficos del siglo XX, intentó dar un golpe de Estado en Tokio y, al fracasar, se quitó la vida mediante el antiguo ritual del seppuku. Su muerte fue el punto culminante de una vida dual: la de un genio literario y la de un esteta obsesionado con la belleza, la acción y la muerte.


El hombre detrás de la pluma: De Kimitake Hiraoka a Mishima

Nacido como Kimitake Hiraoka en 1925, Yukio Mishima creció en un Japón a las puertas de la guerra. Su infancia fue frágil y solitaria, dominada por una abuela sobreprotectora que lo aisló de los juegos y la vida al aire libre. Esta reclusión temprana le forjó un intelecto agudo y una pasión por la literatura.

En 1944, para proteger la reputación de su familia, adoptó el seudónimo de Yukio Mishima. Pero su vida no se limitó a la escritura. Consciente de su físico débil, se embarcó en una obsesiva búsqueda de la disciplina y la belleza corporal, convirtiéndose en culturista, practicante de karate y esgrima. Mishima vivió, de manera consciente, dos vidas: la del intelectual refinado y la del guerrero que aspiraba a encarnar los ideales del Japón tradicional.


La obra y los temas clave: Belleza, decadencia y muerte

La dualidad de Mishima se reflejó directamente en su obra. Sus novelas son exploraciones psicológicas de la condición humana, a menudo con un trasfondo de la colisión entre el Japón tradicional y la decadencia de la posguerra influenciada por Occidente.

  • Confesiones de una máscara (1949): Su primer gran éxito, una novela semi-autobiográfica que explora la homosexualidad reprimida, la búsqueda de una identidad y la fascinación por la muerte y la belleza ideal.

  • El templo del pabellón de oro (1956): Considerada su obra maestra, narra la historia de un joven monje obsesionado con la belleza de un templo budista hasta el punto de la destrucción. Es una profunda reflexión sobre la relación entre el arte y la vida.

  • El mar de la fertilidad (1964-1970): Su magnum opus, una tetralogía que culminó el día de su muerte. Es una meditación épica sobre el declive de Japón, la reencarnación y la búsqueda de la belleza en un mundo vacío de espíritu.

Sus temas recurrentes —la belleza efímera, la pureza, la muerte como acto final de la vida y la decadencia de los valores tradicionales— no eran solo ideas literarias; eran la esencia de su propia existencia.

Un final legendario y polémico: La última escena

La vida de Mishima no podía terminar con un simple final. En 1968, fundó su propia milicia privada, el Tatenokai (Sociedad del Escudo), con el objetivo de revivir el espíritu samurái y restaurar el poder del Emperador. El 25 de noviembre de 1970, junto a cuatro de sus seguidores, asaltó el cuartel general de las Fuerzas de Autodefensa de Japón en Tokio. Tras un discurso fallido en el que intentó inspirar una rebelión, Mishima procedió a realizar el seppuku.

El seppuku, o harakiri, es un antiguo ritual de suicidio japonés que se realizaba desenvainando un sable corto y cortándose el abdomen, un acto que se consideraba honorable y que limpiaba la vergüenza. El ritual debía ser asistido por un kaishakunin, un asistente que decapitaba al samurái para poner fin a su sufrimiento. En un detalle macabro, la persona que debía realizar esta función era su supuesto amante, Masakatsu Morita, pero su inexperiencia le hizo fallar en dos ocasiones. Fue otro miembro de la milicia quien finalmente completó el acto, haciendo que la muerte de Mishima fuera tan brutal como simbólica.

Frases para el recuerdo

  • "La vida es corta, y mi existencia está ligada a la belleza y la muerte."

  • "La belleza es la única verdad de la vida, y la muerte, la única forma de alcanzar la belleza absoluta."

  • "El amor es la mejor forma de odiar, y el odio es el mejor camino para amar."

  • "La única forma de vivir en este mundo es ser un artista del fracaso."

  • "Lo más importante de la vida no es la victoria, sino la lucha por la victoria."

¿Qué opina Japón hoy?

La figura de Yukio Mishima sigue siendo motivo de debate en Japón. Su genio literario es ampliamente reconocido y sus obras siguen siendo estudiadas en escuelas y universidades, pero su ideología política es vista con recelo. El Japón de hoy es una sociedad pacifista y su mensaje nacionalista y militarista se considera un anacronismo del pasado. Su acto final, aunque fascinante para historiadores y literatos, no es un ideal a seguir por la sociedad japonesa. Su milicia, el Tatenokai, se disolvió el día de su muerte y no hay ningún grupo que continúe oficialmente con su legado político. Para muchos, Mishima es el último gran escritor trágico, un genio que se devoró a sí mismo en una obsesiva búsqueda de la belleza.



jueves, 25 de septiembre de 2025

Formalización y nacimientto de la Bolsa moderna (II). Empresas históricas que siguen operativas.


La gran formalización: Nace la Bolsa moderna 

En la primera parte de nuestro viaje, vimos cómo el mundo de las finanzas pasó de los negocios privados y las redes familiares a una revolución impulsada por las compañías de acciones. La Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC) fue la primera en emitir acciones públicamente, creando una demanda sin precedentes de un lugar donde los inversores pudieran comprar y vender estos títulos. El mundo estaba listo para el siguiente gran paso: la creación de un mercado financiero abierto.

Ámsterdam: La cuna de las finanzas modernas

Fue en los Países Bajos, en el apogeo de su poder comercial, donde la necesidad de un mercado de valores se convirtió en realidad. En 1602, se fundó la Bolsa de Ámsterdam, la primera bolsa de valores del mundo. Por primera vez en la historia, el comercio de acciones no era una actividad informal o limitada a un grupo de élite. Se llevaba a cabo en un lugar físico y centralizado, el patio de la Beurs van Hendrick de Keyser, abierto a cualquiera que quisiera invertir.


Este nuevo mercado revolucionó las finanzas. La gente podía comprar y vender participaciones en la VOC y otras compañías sin tener que esperar a que los barcos regresaran de sus largos viajes. Los precios de las acciones fluctuaban diariamente en función de noticias, rumores y expectativas. Fue aquí donde nacieron las primeras técnicas de la especulación moderna, como la venta en corto (vender acciones prestadas con la expectativa de que su precio baje) y los contratos de opciones (el derecho a comprar o vender una acción a un precio fijo en el futuro). Uno de los primeros grandes especuladores, Isaac Le Maire, intentó arruinar a la VOC liderando una "incursión bajista", lo que demuestra la volatilidad de estos mercados incipientes.

El caos y la estabilidad: Londres y París

Otras grandes capitales europeas siguieron el ejemplo de Ámsterdam, aunque con su propio ritmo y estilo.

En Londres, el comercio de acciones surgió de forma espontánea y desordenada en los cafés de la ciudad a finales del siglo XVII, siendo los más famosos Jonathan's Coffee-House y Garraway's Coffee House. En este ambiente bullicioso y lleno de rumores, los corredores de bolsa hacían negocios sobre mesas y en las aceras. Sin embargo, la falta de regulación llevó a un caos especulativo, que culminó en la famosa Burbuja de los Mares del Sur de 1720, una crisis financiera que arruinó a miles de inversores. Esta catástrofe dejó claro que el mercado necesitaba orden. En 1773, los propios corredores, buscando credibilidad, se unieron y establecieron su propia sede y reglas, sentando las bases de la Bolsa de Londres.

En París, el camino fue incluso más dramático. La Bolsa de la ciudad existía, pero el torbellino de la Revolución Francesa la cerró por completo. Los revolucionarios desconfiaban de la especulación, viéndola como un vicio del antiguo régimen. La moneda revolucionaria, los assignats, se desplomó debido a la hiperinflación, destruyendo el mercado financiero del país. No fue hasta que Napoleón Bonaparte llegó al poder que la bolsa resurgió. Entendiendo que la estabilidad financiera era vital para su imperio, ordenó la construcción de un edificio imponente para la bolsa: el Palacio Brongniart, un símbolo de su deseo por el orden y la formalidad.


El ascenso de la Bolsa en la era moderna

A medida que el siglo XIX avanzaba, el modelo de la bolsa de valores se extendió por todo el mundo, convirtiéndose en el motor del capitalismo industrial.

  • Nueva York (NYSE): Los corredores de bolsa de Nueva York firmaron en 1792 el Acuerdo de Buttonwood bajo un árbol de sicomoro, sentando las bases de lo que se convertiría en la bolsa más grande del mundo, el New York Stock Exchange (NYSE). Durante el siglo XX, el NYSE se convirtió en el epicentro del poder económico global, atrayendo a las empresas más grandes e influyentes.

  • Alemania y Japón: En Alemania, la Bolsa de Frankfurt (fundada en el siglo XVI, pero formalizada como bolsa moderna en el XIX) se convirtió en el corazón financiero de Europa continental. En Asia, la Bolsa de Tokio surgió como el principal mercado de la región, convirtiendo a Japón en una potencia económica mundial.

El camino desde las reuniones informales en los cafés hasta los gigantes globales de hoy demuestra que el ser humano siempre ha buscado formas de financiar sus ambiciones y compartir sus riesgos. La creación de estas bolsas fue el punto de inflexión que transformó las finanzas de un juego privado de unos pocos en un motor de la economía global, sentando las bases para el mundo interconectado y el sistema de mercado que conocemos.

Anexo: Las empresas más longevas de la bolsa 

A continuación, te presentamos algunas de las empresas que, con orígenes en siglos pasados, siguen siendo fuerzas importantes en la economía global, cotizando en las bolsas de hoy en día.

  • Saint-Gobain (Francia)

    • Fundación: 1665

    • Historia: Fundada por Luis XIV para producir los espejos del Palacio de Versalles, esta compañía es una de las más antiguas del mundo aún en activo.

    • Actividad actual: Es un gigante multinacional en la industria de materiales de construcción.

  • Hudson's Bay Company (Canadá / Reino Unido)

    • Fundación: 1670

    • Historia: Creada por una carta real inglesa, inicialmente para el comercio de pieles con los pueblos nativos de América del Norte. Sus acciones se negociaron informalmente en Londres durante siglos.

    • Actividad actual: Es una de las mayores empresas de comercio minorista de Canadá.

  • Bank of New York Mellon (Estados Unidos)

    • Fundación: 1784

    • Historia: Fundada por Alexander Hamilton, el primer Secretario del Tesoro de EE. UU. Es una de las instituciones bancarias más antiguas del país.

    • Actividad actual: Se dedica a la banca de inversión, gestión de activos y servicios financieros.

  • Colgate-Palmolive (Estados Unidos)

    • Fundación: 1806

    • Historia: Su fundador, William Colgate, comenzó vendiendo jabón y velas en la ciudad de Nueva York. Con el tiempo se fusionó con otras empresas para convertirse en un líder de productos de consumo.

    • Actividad actual: Líder mundial en productos de higiene personal y del hogar.

  • Siemens (Alemania)

    • Fundación: 1847

    • Historia: El inventor Werner von Siemens fundó la empresa para construir la primera línea de telégrafo de larga distancia de Europa.

    • Actividad actual: Un conglomerado tecnológico global, activo en áreas como la energía, la industria y la salud.

  • Heineken (Países Bajos)

    • Fundación: 1864

    • Historia: Gerard Adriaan Heineken compró una cervecería en Ámsterdam con la visión de crear una cerveza de alta calidad para la clase trabajadora.

    • Actividad actual: Es una de las cerveceras más grandes y reconocidas del mundo.

  • Nestlé (Suiza)

    • Fundación: 1866

    • Historia: El químico Henri Nestlé desarrolló una fórmula de leche para bebés para combatir la alta mortalidad infantil.

    • Actividad actual: El grupo alimentario más grande del mundo.

Estos ejemplos muestran que la capacidad de una empresa para evolucionar, adaptarse a los cambios tecnológicos y económicos, y mantener la confianza de los inversores a lo largo del tiempo es la verdadera clave de la longevidad.

miércoles, 24 de septiembre de 2025

Las bolsas de valores modernas: orígenes y antecedentes (I)


El dinero en la historia: De los mercados antiguos al nacimiento de las compañías de acciones 

Cuando pensamos en el mundo de las finanzas, nos vienen a la mente rascacielos en Wall Street, pantallas llenas de gráficos complejos o aplicaciones en nuestro teléfono que nos permiten invertir con un solo clic. Pero el sofisticado sistema financiero que conocemos hoy no es un invento reciente; es el resultado de una evolución milenaria, un viaje desde los pactos privados y poco regulados de la Antigüedad hasta el nacimiento del comercio público de valores.

Roma y el mundo de las finanzas ocultas

Aunque la élite romana consideraba el comercio y la banca como actividades por debajo de su dignidad, la riqueza que acumulaban provenía de fuentes sorprendentemente modernas. Para ellos, la fuente de poder era la propiedad de la tierra y la agricultura, pero sus vastas fortunas se construían en las sombras de los mercados. La ley romana prohibía a los senadores participar directamente en el comercio, pero encontraban formas ingeniosas de sortear esta norma.

El equivalente más cercano a nuestras empresas modernas eran las societates publicanorum, sociedades de recaudadores de impuestos. El Estado romano subastaba el derecho a recolectar impuestos en las provincias, y los senadores, a través de sus intermediarios, como libertos o clientes de confianza, invertían en estas sociedades. La inversión era inmensamente lucrativa: los recaudadores podían quedarse con el excedente entre lo que recaudaban y lo que habían pagado al Estado.

Este sistema, aunque generaba una inmensa riqueza para la élite, era un mundo de relaciones privadas. No existía un mercado público donde un ciudadano común pudiera comprar una parte de una de estas sociedades. La inversión era un juego de unos pocos privilegiados, y los riesgos de la especulación y las pérdidas quedaban confinados a sus círculos cerrados. Personajes históricos como Marco Licinio Craso, conocido por su inmensa fortuna, eran maestros en esta forma de finanzas, invirtiendo en ejércitos privados, bienes raíces e incluso en la especulación de incendios para comprar propiedades a precios de ganga.

La Edad Media y el poder de los banqueros y mercaderes

Con la caída de Roma, el centro del poder económico se trasladó a las ciudades-estado italianas como Venecia, Florencia y Génova. El poder ya no residía en la aristocracia terrateniente, sino en las grandes familias de mercaderes y banqueros. Familias como los Médici se convirtieron en el motor financiero de Europa. En este periodo, la actividad económica era un sofisticado entramado de banca, préstamos y comercio.

En lugar de un mercado público, el dinero se movía a través de una red de confianza. Los banqueros crearon herramientas financieras revolucionarias para sus negocios, como las letras de cambio, que permitían a los mercaderes transferir grandes sumas de dinero entre ciudades sin el riesgo de transportar físicamente el oro o la plata. Aunque la Iglesia Católica condenaba la usura, los banqueros encontraron maneras de financiar a reyes y nobles, a menudo cobrando intereses de forma encubierta o a través de filiales.


Las inversiones se realizaban a través de sociedades privadas y asociaciones familiares para financiar un viaje o un proyecto específico. Aunque en las grandes ferias medievales de ciudades como Champaña, en Francia, se reunían comerciantes de toda Europa para liquidar deudas, este intercambio era sobre mercancías y obligaciones de pago, no sobre la propiedad de una empresa. El mundo financiero seguía siendo un asunto de redes cerradas, donde la confianza personal lo era todo.

El gran salto: La revolución de las compañías por acciones

Con la llegada de la era de los grandes descubrimientos en los siglos XVI y XVII, el comercio se globalizó y los proyectos se volvieron demasiado grandes y costosos para un solo inversor o incluso para una familia de banqueros. Los riesgos de enviar una flota de barcos a la India o las Américas eran inmensos: tormentas, piratería, enfermedades, naufragios. Los beneficios, si tenían éxito, también lo eran. Se necesitaba una forma de compartir el riesgo y el capital a una escala sin precedentes.

La solución fue la sociedad por acciones o joint-stock company. Este modelo, totalmente revolucionario, permitía que el capital de una empresa se dividiera en pequeñas partes, o acciones, que podían ser compradas por una multitud de inversores. Si el viaje era un éxito, todos ganaban una parte proporcional; si fracasaba, las pérdidas se repartían. Fue una forma de crowdfunding a gran escala.

La primera y más exitosa de estas compañías fue la Compañía Neerlandesa de las Indias Orientales (VOC), fundada en 1602. La VOC no era solo una empresa comercial; era un monopolio estatal que operaba con el poder de un gobierno: podía negociar tratados, acuñar su propia moneda e incluso librar guerras. El público podía comprar acciones de la VOC, lo que les daba una fracción de la propiedad de esta gigantesca empresa. La demanda por estas acciones era tan alta, y los inversores querían poder comprarlas y venderlas en cualquier momento, que se creó una nueva necesidad: la de un mercado público, formal y centralizado.


Y esa necesidad, como veremos en la segunda parte, fue la que dio lugar a la creación de las primeras bolsas de valores, las instituciones que hoy conocemos.