Esto es porque ellos mismos sabían que de iniciarla, acabarían con el mundo entero y quizás fuese el miedo a autodestruirse o a saber que estás condenado igualmente a la perdición lo que hizo que no pasaran de amenazas e insultos "desde la grada".
No obstante, si algo no iban a hacer era a quedarse con los brazos cruzados. Es decir, si EEUU o la URSS hubiesen iniciado un ataque, los del bando contrario no mostrarían debilidad o pedirían clemencia sino que contraatacarían con todo el armamento disponible. En resumen, no quiero empezar la pelea pero no me pegues o la tenemos.
Bien, pues ya sea por errores humanos (alguno quizás intencionado, quién sabe) o por tecnología no tan desarrollada como hoy en día, el mundo estuvo no una sino varias veces al borde del fin. Suena de película de Hollywood pero es cierto, y aquí la diferencia es que en el último minuto el protagonista no va a matar al oficial malo y cancelar el lanzamiento. Si seguimos vivos es por una conjunción de probabilidades que se dieron.
Hoy voy a hablar de una de esos puntos críticos en los que se pudo haber ido todo al garete. Es conocido como El incidente del equinoccio de otoño y tiene como escenario la URSS y de protagonista un tipo - oficial ruso - que responde al nombre con el que he titulado el post.
Situémonos, estamos en el 25 de septiembre de 1983. La Guerra Fría estaba en su máximo apogeo y la tensión entre EEUU y la URSS era si cabe aun más grande, tras el derribo de un avión civil surcoreano por parte de cazas soviéticos, con algunos americanos a bordo, y con un balance de 269 muertos. En ese contexto, Stanislav Petrov, teniente coronel de la Fuerza de misiles estratégico del Ejercito ruso, se encontraba al mando del bunker Serpukhov-15 en Moscú, desde donde se monitorizaban los cielos soviéticos.
El protocolo indicaba que si se registraba una amenaza en forma de misil nuclear hacia posiciones de la URSS, el oficial al mando debía inmediatamente ordenar un primer contraataque contra suelo americano e informar a las autoridades. Esa noche se hizo realidad. El ordenador captó lo que identificó como un misil militar lanzado desde EEUU con dirección a Moscú. Petrov estaba sustituyendo a un compañero esa noche, pero tuvo que hacer frente al incidente.
Podéis imaginar le sensación que puede tener alguien que descubre un ataque nuclear hacia su país y que se convierte en encargado de ordenar una respuesta nuclear. Es como cuando la profesora empieza la cuenta atrás para la finalización del examen tan importante que te has currado: "cinco minutos", "dos minutos" y tú todavía con unos flecos que solucionar. Lo que claro, multiplicado por un millón.
Versión mejorada del Minuteman |
Stanislav Petrov conocía bien las peculiariades del sistema satélite OKO de alerta temprana rusa y creía que éste podía equivocarse, así que consideró de nuevo que eran muy pocos misiles, sólo cinco, cuando EE.UU. tenía miles de misiles nucleares. Decidió esperar y no ordenar el contraataque, desechando la idea de que EEUU comenzase una guerra nuclear con sólo 5-6 misiles. Finalmente se descubrió que resulta que aquel día se había producido una rara conjunción entre la red de satélites OKO, la Tierra y el Sol, coincidiendo con el equinoccio de otoño: el Sol se elevó sobre el horizonte en un ángulo tal que coincidía con el área tangencial de cobertura de todos los satélites que vigilaban los emplazamientos norteamericanos de misiles, y esto produjo en sus sensores señales térmicas espurias
"La gente no empieza una guerra nuclear con sólo cinco misiles"
Stanislav Petrov
Hoy en día está retirado del ejército y vive con una modesta pensión. Se le han otorgado varios premios y reconocimientos y se ha propuesto nombrar un día del año en su honor. Sin embargo Petrov, haciendo gala de modestia, considera que lo que hizo él lo habría hecho cualquier otro en su misma situación y que ante la pregunta que siempre le hacían su mujer y allegados: "¿Pero qué hiciste?" Simplemente respondía: "No hice nada".
La historia en sí me parece buenísima para una película. EEUU vs URSS la destrucción del mundo es inminente y un anónimo salva al mundo en un momento crítico para la humanidad. Seguro que ya han intentado hacer algo o se hará. Sin embargo no debemos olvidar que hubo un día en que no fue película, fue la realidad.
Me deja un poco perplejo cómo alguien que ha sido crucial en el devenir de la civilización no tenga tantos reconocimientos como otros personajes que hacen muchísimo menos o lo que hacen lo hacen mal. Además espero que la pensión de la que vive sea abundante y generosa y si no lo es tampoco me explico cómo no hay algún organismo (ruso, mundial o de donde sea) encargado de que gente como Petrov y muchos (muchísimos) otros vivan lo que les quede de vida de una manera más que holgada ya que hoy en día hay organismos y ONG's que defienden y apoyan casi todo, incluso cosas inverosímiles.
Saludos!
PD: Si encuentran alguna frase mal articulada o algún sinsentido es porque estoy quedándome dormido. xD
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