Otto Skorzeny (1908–1975) fue un oficial austriaco de las SS, célebre por sus misiones de comando durante la Segunda Guerra Mundial, su audacia militar y su vida posterior envuelta en sombras. Ingeniero de formación y veterano de las SA antes de unirse a las SS, Skorzeny fue uno de los rostros más conocidos de las operaciones especiales nazis.
📌 El golpe maestro: rescate de Mussolini
La fama internacional le llegó en 1943, cuando protagonizó una de las operaciones más espectaculares de la guerra: la Operación Roble. Benito Mussolini había sido arrestado por orden del rey Víctor Manuel III y estaba recluido en un hotel remoto sobre el Gran Sasso. Hitler ordenó a sus comandos rescatarlo, y Skorzeny se ofreció voluntario.
Mediante un asalto aéreo en planeadores sobre terreno montañoso, sin disparar un solo tiro, Skorzeny y sus hombres lograron liberar al Duce y llevarlo ante Hitler. La propaganda nazi hizo de él un héroe. Su figura combinaba audacia, técnica militar y carisma frío. Churchill lo describió como “el hombre más peligroso de Europa”.
🔥 Operaciones secretas y disfraz
Skorzeny también lideró la Operación Greif durante la Batalla de las Ardenas, disfrazando comandos alemanes con uniformes estadounidenses para sabotear comunicaciones aliadas. Este uso del engaño militar, aunque eficaz, fue criticado por violar las convenciones de guerra, y lo llevó a ser juzgado en Núremberg. Fue absuelto, pero su fama creció.
🕵️ Vida posterior: del nazismo al espionaje internacional
Tras escapar de un campo de prisioneros en 1948 (con ayuda de antiguos simpatizantes), Skorzeny vivió en España bajo la protección de Franco, asesoró a Egipto en tácticas de guerrilla, entrenó fedayines palestinos y... colaboró con la CIA y el Mossad.
El caso más llamativo fue su relación con el servicio secreto israelí. En los años 60, el Mossad, en lugar de eliminarlo como a otros antiguos nazis, lo reclutó para asesinar a científicos alemanes que ayudaban al programa armamentístico egipcio. Skorzeny entregó información clave y participó en al menos una operación en Alemania. La explicación más plausible: era útil, tenía contactos y conservaba una red de exagentes nazis que interesaba aprovechar antes que destruir.
También se ha documentado que la CIA lo usó como fuente y canal de contacto en redes anticomunistas durante la Guerra Fría. Su perfil —antibolchevique, operativo, carismático y pragmático— encajaba en esa lógica geopolítica ambigua y cínica.
Murió en Madrid en 1975, tras décadas de vida entre sombras, redes de espionaje, negocios turbios y un aura de leyenda oscura.
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