Fastrada (h. 765–794) fue la tercera esposa de Carlomagno y reina de los francos durante algunos de los años más decisivos del Imperio Carolingio. Aunque su reinado fue breve y su nombre poco recordado, las fuentes la retratan como una figura de enorme peso político y moral… y también como una influencia inquietante sobre el emperador.
🧬 De linaje noble a la corte imperial
Fastrada era hija del conde Rodolfo del Rin y fue elegida por Carlomagno tras la muerte de su segunda esposa, Hildegarda. El matrimonio fue político: pretendía reforzar la lealtad de las tribus germánicas del este. Sin embargo, Fastrada se convirtió rápidamente en algo más que una esposa diplomática.
🦉 La “mala influencia” sobre Carlomagno
El cronista Einhard, biógrafo de Carlomagno, no ocultó su antipatía hacia Fastrada. La acusó de ser dura, implacable y de “influir negativamente” en las decisiones del emperador. Algunos nobles decían que endureció el carácter del rey y que su presencia avivó persecuciones y purgas dentro del palacio.
Se la culpó, por ejemplo, de haber incentivado castigos especialmente crueles durante una conspiración en la corte.
También se la acusó de mantener al emperador aislado de algunos consejeros.
Estas críticas reflejan no solo la personalidad de Fastrada, sino la incomodidad de una mujer con poder real en una corte masculina y eclesiástica.
🪦 Muerte, dolor… y culto
Fastrada murió joven, en 794, tras solo seis años de matrimonio. Carlomagno, profundamente afectado, mandó enterrarla en Mainz (Maguncia), fuera del lugar habitual de enterramiento imperial (Aquisgrán). Durante un tiempo, su tumba fue objeto de veneración, y algunos cronistas notaron el vacío emocional que dejó en el emperador.
Curiosamente, tras su muerte, surgieron leyendas oscuras: se decía que Carlomagno no podía separarse de su cadáver y que un anillo mágico la mantenía hechizando al emperador, lo que mezcla mito, misoginia y fascinación en torno a su figura.
🧩 ¿Bruja o estadista?
Fastrada fue una figura de poder en un mundo que desconfiaba de las mujeres con voz política. Su mala fama en las crónicas puede revelar tanto su carácter firme como el miedo clerical a su influencia sobre el hombre más poderoso de Europa.
Una mujer olvidada entre coronas, conjuras… y supersticiones.
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