sábado, 24 de septiembre de 2011

Cayo Mario (Gaius Marius)

         Tras esta semanita ocupado, volvemos a adentrarnos en más epocas y hechos acontecidos a lo largo de los miles de años de historia que nos contemplan. Hoy, por fin, toca algo sobre Roma. La verdad que yo mismo me sorprendo de todo lo que he tardado en hablar sobre esta civilización ya que me interesa muchísimo y he leído una serie de libros buenísimos que me han enganchado casi como ningún otro.

          Mientras que lo que caracterizaba a los griegos era sus avances y sabiduría lo que mejor le salía a un romano era combatir. De hecho, la historia de Roma se escribe por grandes batallas llevadas a cabo por generales casi divinizados (véase Julio Cesar) en las que la mayoría de las veces obtuvo grandes victorias, generalmente superados en número por las tropas enemigas. Esto no quita que haya tenido derrotas humillantes o pírricas.

          Bien, pues tras esta brevísima introducción, nos situaremos en el espacio-tiempo: estamos en Roma, Italia en el año 157 a.C. Es en este año en el que nace Cayo Mario en Arpinum, a las afueras de Roma. A pesar de que llegó a ser uno de los más grandes generales que ha tenido Roma, no lo tuvo nada fácil. Veámos por qué.

Arpino, en la actualidad

          Por la época de Cayo Mario en el Senado romano habían pocos senadores en relación a las posteriores ampliaciones. Más o menos habrían unos 150-200 senadores por 800 que habrían alrededor de un siglo después.
 
          Entrar era muy difícil debido a que era una especie de "coto cerrado" y a que había que tener una fortuna considerable y no dedicarse a negocios que tuviesen que ver con el uso de la "tierra". Esto es, cualquier tipo de cultivo para negociar, ganadería, .. ya que se consideraba no digno de un senador romano.



          La edad mínima para entrar era de 30 años - con excepción de los sacerdotes o ganadores de coronas en el campo de batalla - y la edad media en el que se conseguía el consulado era de 42 años. Los cónsules eran los magistrados de más alto rango de la República y se elegían año a año. El año de consulado lo pasaban en su mayoría en Roma legislando y demás y al acabar el año y tomar posesión los nuevos cónsules era cuando a los cónsules salientes se les encomendaba la provincia que tendría que gobernar o defender de ataques externos con sus tropas y dinero correspondientes. Además para poder volver a ser elegido cónsul tenían que pasar al menos 20 años.

          Bien, pues para que vayamos haciéndonos una idea de lo grande que llegó a ser, adelantaré que Cayo Mario obtuvo su primer consulado en una edad "tardía" : a los 50 años y que llegó a ser cónsul de Roma nada más y nada menos que.. ¡7 veces!

          Tuvo un golpe de fortuna al casarse con una Julia que a la postre sería la tía del famoso Cayo Julio César. Esto le dio muchísima fama ya que los Julios eran de las familias más ilustres de Roma - por no decir la que más junto a los Sergio y quizás los Cornelios -. Aparte de esto, Cayo Mario amasó una fortuna descomunal tal que se decía que era el hombre más rico de Roma. Si sumamos esto a su origen provinciano y estilo llano comprenderemos por qué caló tan hondo en las clases populares (pueblo llano) romanas, gracias a las cuales a la postre consiguió muchísimos logros.

          Participó en varias campañas pero la que le sirvió como lanzadera fue la campaña de Numidia en el 109 a.C. Bajo el mando de Metelo el Numídico (en realidad Metelo hizo bien poco) pacificó la región salpicada por una guerra civil y dos años más tarde conseguiría el tan apreciado consulado romano. Dirigió la guerra contra Yugurta en Numidia y ganó. Con ayuda de Lucio Cornelio Sila apresó a Yugurta y pasó otros dos años pacificando la región. La disputa sobre quién capturó realmente a Yugurta, si Sila o Cayo Mario, haría que estos dos romanos antaño amigos, acabasen con el paso de los años con una enemistad declarada.

Numidia Oeste (verde) y Este (Amarillo)

          Ahora tocaba ir al norte, a los Alpes, a defender Italia entera de la llegada de cientos de miles de teutones y cimbros. Fueron una amenaza tan real que muchos en Roma consideraban el fin de Italia tal y como la conocían y más después de muchas batallas (anteriores y actuales) que cónsules romanos habían perdido contra estos bárbaros. Corría el año 104 a.C. y tras la decisiva batalla en el 102 a.C. en Aquae Sextiae (ahora Aix-en-Provence, Francia) y la derrota de los últimos cimbros en el 101 a.C. en Vercelli, Italia, consiguió eliminar la amenaza bárbara. Fue tal el júbilo de los romanos que le nombraron Tercer Fundador de Roma, Salvador de la República y cónsul en el año 100 a.C. por sexta vez.

          A partir de aquí con 58 años su carrera empezó a decaer, tomaban relevo nuevas generaciones de cónsules y su cuerpo empezaba a envejecer. Tuvo varios infartos y sobrevivió a todos ellos pero le dejaron secuelas como la paralización de la parte derecha de la cara. Todo esto hizo que su Sol político se dirigiese a su cenit. A pesar de todo esto, seguía poseyendo una fortuna inmesa con la que aupaba a toda la familia a puestos importantes e influyentes y una voluntad de hierro e inquebrantable. Por esto no se rindió y consiguió mejorar considerablemente su aspecto y su salud (se dice que el pequeño Julio César fue su pequeño ayudante en esta empresa).

          Cuando en el 88 a.C. a Sila se le encargó acabar con el poderoso y temido Mitrídates VI Eupátor en el Ponto (actual norte de Turquía) Mario aprovechó y lo intentó destituir. Aquí estalló una guerra civil entre partidarios de Sila y Mario que acabaría 6 años después, en el 82 a.C. Fin que Cayo Mario no vería ya que murió en el 86 a.C.
 
El Ponto (naranja) y su expansión - llegó hasta Grecia-.

          Sí, puedo sentir lo que todos pensáis. Hasta aquí se han leído seis consulados y os vendí la moto diciendo que eran siete, ¿dónde está el que falta?

          Pues está justo en el año de su muerte. Aprovechándose de que Sila no estaba en Italia, de su enorme fama como representante de los ciudadanos y de titán en el campo de batalla, organizó un enorme ejército junto a otro jurado enemigo de Sila, Cinna, que tomó Roma y la "limpió" de enemigos llegando a poner en picas sobre las murallas las cabezas de senadores contrarios a Mario. Esto sin duda puede dejar entrever que en los últimos años de vida su obsesión por el poder y querer ser el romano más importante de la historia hizo que alcanzase cierto grado de locura.

          Tras tomar Roma se autroproclamaron cónsules, con lo que aquí tenemos nuestro séptimo consulado. Murió días después.

          El legado de Cayo Mario es incontestable. A pesar de actos dudosos en sus años finales, hizo retumbar los cimientos de la vieja y conservadora Roma. Otorgó a la plebe y sus tribunos más poderes que nunca, reformó el ejército de tal modo que el pueblo llano pudiese enrolarse (antes no se podía), reformó armas y enseres militares y traspasó todas las fronteras que se propuso contra sus enemigos archiconservadores. Salvó a Roma de su final y todo ello siendo "un simple provinciano". Quizás tenga la mala suerte de haber nacido tan cercano en el tiempo con su sobrino político Cayo Julio César el cual, bien sea por mala prensa a Cayo Mario de sus enemigos o por lo bien que se ha vendido a pasado a la historia como el romano más famoso de todos los tiempos.

          Quisiera añadir antes de acabar (ya es bastante por hoy) que existe cierto rumor acerca de la adquisición por parte de Cayo Mario de una bruja en la campaña de Numidia, la cual le vaticinó que sería cónsul no una sino siete veces y que salvaría a la República de Roma de su fin. También le vaticinó que a pesar de todo esto no lograría ser el romano más famoso de la historia y que éste romano sería de su familia. Quizás esto pueda explicar las últimas acciones de Cayo Mario así como la severa carga que le inflingió a su adolescente sobrino Julio César al reconocer en él el familiar que la bruja había predicho.

          Saludos !

No hay comentarios:

Publicar un comentario